domingo, 21 de febrero de 2016

Polvareda en el Tajuña. Paseo entre Pezuela y Ambite



No se trataba de protestar contra nadie, ni de de denunciar nada en concreto, ni de dirigir nuestras miradas a ningún lugar de postal... La única intención era la de hacer camino, la de meter la botas en la tierra y crear polvareda... Una polvareda de pequeño tamaño, que vaya creciendo y que al final consiga verse en el horizonte desde cualquier punto del valle... Se trata de comenzar a difundir, a crear movimiento, a generar expectativas entre la gente, a dar a conocer el único valle del sur de Madrid con una configuración rural y que no ha sido arrasada por la fiebre urbanizadora (aunque intentos ha habido)... Un valle que se conserva su autenticidad y su naturalidad y que merece la pena batirse el cobre por él. Tenemos una intención ambiciosa: que se proteja formalmente el sector madrileño del valle del Tajuña..., pero para ello antes hay que generar masa social, dar a conocer y armar polvareda.

En un lugar entre Pezuela de las Torres y Ambite se han juntado una cincuentena de personas ávidas y deseosas de conocer el valle. Dos pertenecientes a la casta ecologista madrileña les dan la bienvenida y les explican por qué narices estamos allí y por qué madrugamos un domingo por la mañana. Nada del otro jueves, salvo porque entre los presentes hay un grupo de sabios doctores que nos pueden hacer comprender algunos de los valores que encierra este valle.

Juanma el Individuo es uno de las cinco personas que hay en el mundo que mejor conocen la vegetación del Tajuña. Sus estudios han sido publicados en 20 idiomas, incluido el sánscrito. Por él aprendemos algunos secretos de las comunidades vegetales de la zona. Coscojares y encinares en los valles más soleados; quejigares espesos buscando la sombra; plantaciones densas de pino que no pintan un pimiento, más pobres y menos lozanas; comunidades de matorral mediterráneo, diverso y castizo; poblaciones de plantas ligadas a los yesos, que viven en condiciones extremas y que aportan una de las mayores diversidades de toda la región.
Juanma, explicando matojos
Si hay hay tanta diversidad ¿no habría que proteger aquéllo? Claro, pero resulta (según cuenta la Doctora Beatriz) que existen multitud de lugares en los que viven endemismos o comunidades botánicas del copón y que no gozan de ninguna garantía legal de conservación. La Doctora tiene un plan junto al Abejorro de Gózquez: la de proponer micro-reservas botánicas para que algún gobierno con mínima sensibilidad lo pueda aprobar. Veremos qué ocurre. Manos a la obra.
Doctora Beatriz, explicando micro-reservas

Grijalbo ha madrugado para oir el canto de la totovía. Tiene la virtud de que antes de ver a una especie de ave, la piensa. Hace callar al personal, levanta un dedo y anuncia la presencia de un águila perdicera. Allá vuela. ¿Queréis buitres? Pues ahí tenéis un par de docenas. El Tajuña, por su variedad en ecotonos es un gran escenario para identificar avifauna. Dos cormoranes, desde un chopo ribereño, nos miran con cara interrogante ¿Alguien da más?

El río constreñido
¿Y otra fauna en el Tajuña? La nutria, claro. Sus aguas tienen alimento y calidad contrastada. ¿Y trucha salvaGe? En tiempos las hubo; truchas como brazos de largas... Juanma se emociona y llora en los brazos de Raúl.

El río serpentea entre cultivos de cereal, con un trazado divagante y caprichoso. Sus aguas bajan, lentas, hacia el Jarama. Desde la construcción, en su cabecera Guadalajareña, de la presa de la Tajera, al río Tajuña no le llegan avenidas considerables y sus aguas han dejado de anegar sus terrazas próximas. Por eso se ha constreñido su curso y su ribera está desconectada, a unos 3 ó 4 metros, del cauce. Largas choperas continuas nos marcan el recorrido del cauce. Junto a los lombardos crecen algunas saucedas, carrizos y, aquí y allí, nogueras de alguna huerta del pasado.

El camino se corta tras una valla: fincas privadas por todos lados que impiden conocer los frondosos bosques de las terrazas superiores del valle; fincas cinegéticas con vallados que no dejan cruzar libremente a la fauna; valles que no dejan conocer qué ocurre tras sus alambres.

De vuelta, Ambite nos ofrece tres cosas: una: la encina centenaria, que nació, cuandro Cristo perdió el metrobús, de una bellota regada con las lágrimas de una princesa (Pepito, que es de aquella época dice que la leyenda no se ajusta a la realidad); dos, una urbanización que es un atentado al buen gusto, al sentido común y al medio ambiente; y tres, cervezas y un lugar donde remorar batallas pasadas y futuras.

Volveremos..., no te lo pierdas.

Próxima actividad: 12 de marzo. Orusco.

¡Trucha SalvaGe, oeh, oeh, oeh!

La encina de Ambite
Escarpes yesíferos

Pin y Pon


Aladierno (Rhamnus alaternus)



domingo, 14 de febrero de 2016

Por la conservación del patrimonio de la Guerra Civil en el Parque del Sureste

 
Un incendio se llevó por delante, a finales de julio de 2015, unas cuantas hectáreas de pinos y matorral del Cerro de Coberteras, en Rivas Vaciamadrid, en una de las zonas valiosas del Parque Regional del Sureste. Un cambio repentino del viento y los medios aéreos de extinción, evitaron que el fuego arrasara una de las principales masas forestales de la zona. Pero cuando parecía que lo peor había pasado, llegaron las actuaciones de "restauración" de la zona quemada y arrasaron con todo aquello que no había sido pasto de las llamas.

La maquinaria pesada utilizada para llevarse la madera muerta y otras actuaciones de acondicionamiento del terreno han provocado daños irreparables en los restos de patrimonio histórico-cultural de la Guerra Civil presentes en el cerro. Cientos de metros de trincheras y otras construcciones militares de la batalla y frente del Jarama han desaparecido bajo las maquinas. Ningún responsable en la gestión del espacio protegido ni ningún responsable en la gestión del patrimonio les importó que los restos militares de la contienda del año 36 estuvieran protegidos bajo la Ley de Patrimonio de la Guerra Civil e inventariados por el Ayuntamiento de Rivas.

Aspecto de las mismas trincheras del Cerro de Coberteras antes del incendio y después de las actuaciones de restauración. Fotos: Grupo de Investigadores del Parque Lineal del Manzanares

Convocados por un puñado de entidades de defensa del patrimonio y otro puñado de entidades defensores de la naturaleza, cerca de un centenar de bípedos (acompañados de unos cuantos cuadrúpedos cánidos) nos citamos bajo el Cerro de Coberteras para mostrar nuestro rechazo a estas lamentables actuaciones. El tiempo no estaba para bromas, lo mismo que el personal. Negras tormentas agitan los aires, comentó uno que por allí estaba.

Los representantes de las entidades defensoras del patrimonio histórico nos contaron la barbarie de la actuación realizada por la Comunidad de Madrid, sus terribles consecuencias y las denuncias que han puesto en varias instancias regionales. Las obras se han parado, hasta que se valore la situación. A buenas horas mangas verdes...

Los representantes de las entidades defensoras del patrimonio natural nos contaron lo inadecuado de actuar en la zona quemada para intentar reforestarlo, ya que suele tener efectos contarios a los perseguidos. Puede comprobarse en las zonas quemadas años atrás en La Marañosa y que no tuvieron intervención humana: el bosque se ha regenerado rápido, diverso y denso; allí donde se reforestó, el bosque va lento, pobre y sin alma.

"¿Pero por qué actuar si el bosque mediterráneo está acostumbrado a regenerarse tras un incendio? ¿Tendrá que ver con el negocio que se mueve con actuaciones forestales?", preguntan entre el público.  El que allí habla no puede contestar categoricamente, pero le viene a la mente las decenas de trabajos forestales realizados en el Parque del Sureste que han significado cientos de miles de euros de dinero público despilfarrados, en repoblaciones donde no ha sobrevivido ni el 5% de la planta. Los ejemplos son muchos: Velilla de San Antonio, Rivas, San Martín de la Vega, Aranjuez, Valdemoro...

Allí mismo, donde están, se levanta un cementerio de protectores de árboles, que no tienen nada que proteger porque casi la totalidad de lo que se plantó en el Soto de las Juntas está muerto. Falta de mantenimiento, especies inapropiadas, plantaciones fuera de calendario, desidia... pero eso sí, mucho dinero movido y repartido entre varias empresas. La Consejería de Medio Ambiente no ha querido informar sobre estos casos, no sabemos si porque hay algo que esconder.

Terminadas las intervenciones los que allí están ya no saben si son defensores del patrimonio cultural o defensores del patrimonio natural: son defensores del patrimonio, sin apellidos. El patrimonio es de todos, las administraciones tienen el deber de conservarlo y dejarlo intacto para que las futuras generaciones puedan contar con él. Se ve que hay gente en la Administración Regional que no se entera.

Llueve y ventea con rabia. Un protector de árboles se lo lleva el viento.

Defensores del patrimonio natural, histórico, cultural y artístico
Cementerio de protectores. Al fondo el cerro de Coberteras
Cerro de Cobertereas desde la laguna de las Juntas. Puede apreciarse las "cicatrices" abiertas por la maquinaria tras el incendio
Qué hay detrás de la conservación
La Casta, mano a mano
Fortín del frente del Jarama, bajo las aguas del río