jueves, 27 de junio de 2013

Al Rocigalgo: los más altos de los Montes de Toledo

A nadie se le escapa que el pico más alto de la sierra de Guadarrama es el Peñalara; o el de la de Gredos es el Almanzor; o el de la de Ayllón es el Pico del Lobo... pero ¿qué pasa con los Montes de Toledo? ¿alguien lo sabe? ¿tienen algún monte más alto que los demás? Pues obviamente sí. Es el Rocigalgo. Y allí nos fuimos un grupito de grameros para dar fe de que en el extremo noroccidental de Cabañeros se alza un no-imponente pico, pero sí una montaña con muchas sorpresas paisajísticas y botánicas.

Los pises de Madrid, en Toledo
La excusa para acercarnos allí fue una reunión de trabajo de la Red Ciudadana del Tajo para preparar las alegaciones al Plan Hidrológico. Nuestras cabezas todavía andaban liadas con caudales ecológicos absurdos, programas de medidas insuficientes, contaminaciones crónicas, directivas marco y confederaciones que no hacen caso de lo que deberían. Y el recuerdo del agua del Tajo en Toledo, llevando la mierda que soltamos desde Madrid.

Pasado Los Navalucillos se coge el desvío que nos baja por una pista hasta el comienzo de la ruta. El calor va a apretar, así que nos embadurnamos de crema solar, nos protegemos la cabeza y para arriba. Son 9 km de ida y los mismos de vuelta, llevaderos casi para cualquiera. Pronto, entre medias de un bosque mediterráneo típico de jaras y encinas, junto a un arroyo se deja asomar un imponente tejo que nos recuerda que, en tiempos lejanos de clima más frío, habitaban más al sur de la península. Pronto, irán saliendo a nuestro paso acebos, abedules, brezales y helechos que se mezclarán con madroños, quejigos, madreselvas, fresnos y melojos ¿esto es un sindiós? No, en la umbría lo eurosiberiano, en la solana lo mediterráneo, y junto al río al libre albedrío.

Ya estamos en la cima. Menos mal que a alguien se le ocurrió poner un vértice geodésico porque si no, hubiera sido difícil saber cual de los picos del altiplano se corresponde con el más alto. A lo lejos se divisa la Raña de Cabañeros. Y la sierra de Chorito. A la derecha quedan las tierras extremeñas de las Villuercas; al sur Ciudad Leal; y para todo lo demás, el Reino Bolo de Toledo.

Y no todo es bosque diverso. También para los amantes de la geología y de los fósiles hay entretenimiento. Cuarcitas por aquí que te dejan restos del fondo del mar; cuarcitas por allá que te dejan marchas de bichos marinos; un pliegue que no sabemos interpretar... Así es la geología.

¿Y aves? Esta vez han perdido. Una curruca carrasqueña se asoma entre los robles.

Hay miedo. Uno de la expedición dice que vaya pocita que aparece allí. Menos mal que esta vez ha traído el bañador y los frágiles ojos de las las doncellas grameras no se han mancillado con una visión indigna. Tiempo habrá para que se mancillen. Ya lo veremos.

Marcas del fondo marino en la cuarcita

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